La noticia da cuenta de la barbarie represiva en las prisiones. Mientras el titular del Servicio Penitenciario Federal, Alejandro Marambio, dice lo contrario, el accionar de los hombres de gris bajo su mando exhibe una brutalidad que pulveriza la fláccida cosmética de sus palabras.
Buenos Aires, 17 de octubre de 2009, (Agencia Rodolfo Walsh) El pasado 11 de octubre a las 2 de la mañana un joven detenido en la Unidad 2 de Villa Devoto fue muerto de un facazo. Estaba en un pabellón de estudiantes y trabajadores donde no tiene precedente un crimen semejante. El 5 de octubre se ahorcó un muchacho preso en el Complejo de Ezeiza. Horas antes había regresado de un comparendo a su juzgado y, según relató, había recibido malas noticias respecto de su causa. Entonces requirió a las autoridades no ser "engomado" (encerrado), porque iba a lastimarse. Pero lo engomaron igual, porque –se sabe- así se divierten los hombres de gris.
Por su parte, familiares de detenidos habían caracterizado como “muy preocupante” un asesinato cometido en el mes de agosto en la Unidad 19, colonia abierta en la que no había antecedentes de muertes violentas.
Esta vez, Marambio podrá reiterar que sus hombres no fueron los asesinos, pero volverá a faltar a la verdad. ¿O acaso no es el Estado a través de sus agentes quien debe resguardar a los seres humanos en el encierro? ¿O acaso los penitenciarios son abonados a un ring side donde dos o más combatientes se enfrentan a muerte? ¿Para eso se invierten 9400 pesos destinados al resguardo de cada detenido?
Más allá de lo que afirme Marambio en sus declaraciones, muerte, tortura y humillación cotidianas son los datos relevantes de las prisiones. También el robo del dinero, alimentos, medicación y elementos de higiene de los cautivos.
Entre otros elementos esto es posible porque el gobierno nacional, quien firmó en 2004 el Protocolo Facultativo del Convenio contra la Tortura y otros tratos Inhumanos y Degradantes, omitió toda acción dirigida a ponerlo en marcha. El protocolo obliga a activar un Mecanismo Nacional de Prevención y de control popular de las prisiones a través de entidades humanitarias y otras organizaciones dedicadas a evitar y enfrentar la barbarie, por caso con auditorias sorpresivas. Ya pasaron más de 5 años y nadie da explicaciones de por qué se ha incumplido este compromiso internacional.
Variedad represiva
De este modo, decenas de presos y cautivas indicaron –según el informe anual 2008 de la Procuración Penitenciaria de la Nación-, algunas de las prácticas efectuadas por los grises: Quemaduras, asfixia, violencia sexual, introducción de bastones/palos en el ano, mutilaciones, puntazos, hacer “pilas humanas”, disparos, patadas en los genitales, ducha de agua fría, obligación de ingerir psicofármacos, obligación de desnudarse, ser arrastrado/a de los pelos, entre otras.
Los ensañamientos en las prisiones se han incrementado de tal manera que, hasta los medios que normalmente invisibilizan la vida tras los muros, han difundidos algunos hechos notables. Así, vimos reiteradamente por TV cómo un desnudo penitenciario bonaerense, con los genitales empapados en combustible, eludía los amagues de sus camaradas quienes con los encendedores prendidos jugaban a “te los prendo/no te los prendo”. Aunque reprochable, la “bienvenida” a su compañero fue infinitamente más dócil que la que reciben los presos.
En los penales federales las muertes violentas o a causa de enfermedades (generalmente agravadas ex profeso en el encierro) conforman un porcentaje elevado con relación a la población total. El indicador de fallecimientos es paradigmático del nivel de violencia que estructura la mala vida de las cárceles, aunque el SPF no brinda información confiable respecto de la cifra de muertos. Así lo destacaron el Centro de Estudios Legales y Sociales y también el Centro de Política Criminal y Derechos Humanos.
En el último mes, la violencia en los penales del SPF ha recrudecido considerablemente. Parte de ello se relaciona con la política de “encierro dentro del encierro” que parece ser una herramienta muy utilizada por la actual conducción. El “genial” modo de evitar la conflictividad que ha encontrado la dirección del SPF es el engome en las celdas hasta por 23 horas. Sin embargo, esta medida no solo no ha disminuido la violencia, sino que se ha acrecentado la cantidad de muertes.
Una vez más, los hechos exhiben –sin esfuerzos- que la prisión es un deposito donde se amontonan los pobres para devastarles su humanidad y, al mismo tiempo, es el escenario de un rentable negocio para quienes convierten en buen billete el dolor y la sangre de los más vulnerados hijos del pueblo.
Oscar Castelnovo
(Fuentes de prensa de la Procuración confirmaron las muertes y que se labraron las acciones judiciales pertinentes para investigar por orden del procurador Francisco Mugnolo)
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