El libro “Intensidades de mujer”, coordinado por el periodista Oscar Castelnovo, recopila 18 relatos de mujeres privadas de su libertad en la cárcel de Ezeiza.
La publicación, editada por América Libre, fue realizada en el marco del Taller de Periodismo y Expresión que el escritor lleva adelante como parte de la agencia Rodolfo Walsh.
Por Ángeles Nieto
Neuquén > “Las mujeres que desde hace más de dos décadas visito en la cárcel de 01Ezeiza no están allí por una determinación genética que provocó su encierro y expulsión de la sociedad. Como se sabe, tras los muros y los barrotes se hacinan los pobres a quienes les fueron rodados gran parte de sus derechos, para que comience un juego tan perverso como desigual, con las excepciones que confirman este ordenamiento”. De esta manera abre el prólogo escrito por Oscar Castelnovo para “Intensidades de mujer”, el libro que coordinó y estuvo presentando el jueves 16 en nuestra ciudad. Este material editado en noviembre pasado reúne, sin requisitos estilísticos, los textos que 18 mujeres realizaron en el marco de un taller de periodismo y expresión en la Unidad Nº 3 de la cárcel de Ezeiza.
Este trabajo dirigido por el propio Castelnovo, incluye, además, la Síntesis del Informe 2009 del Comité contra la Tortura sobre las cárceles bonaerenses y una entrevista a Ana Cacopardo, directora del comité, periodista y realizadora audiovisual. Ese material proporciona algunas coordenadas para enmarcar el recorrido por distintos sufrimientos, sentires, amores y rebeldías que aparecen sintetizadas y codificadas en esta edición, a través de distintos relatos.
“Intensidades de mujer” traduce principalmente la necesidad incontenible de Claudia, “La rusita”, Sol, Lidia, “Drika & Black Ángel”, “Carapálida”, “Potrillo”, “La única”, “Su”, “Río”, “Sonia Braga”, “Wally”, “Mélady”, “Blácida”, Gladys, Brenda, “Belén” y “La galle”, de reafirmar su humanidad más allá de los muros.
De esta forma este libro, editado por América Libre, se suma a una seria de herramientas expresivas, proporcionadas por distintos talleres de arte, música, teatro y otras actividades que realizan distintas organizaciones y que llegaron hasta el penal por iniciativa del Centro Universitario de Ezeiza (CUE), espacio de la Universidad de Buenos Aires que funciona en ese penal.
Palabra y acción
Oscar Castelnovo, de gran trayectoria periodística y militante, hace más de 25 años que se esfuerza no sólo por hacer visible la realidad que se vive dentro de unas instituciones que imprimen las penas en los cuerpos a través de los castigos físicos, sino que también pugna por transformarla.
Ganador en 2008 del premio del Primer Concurso Clarín de Cuentos, este periodista se pone a la cabeza de estos talleres, que como parte de la agencia Rodolfo Walsh realiza en distintos ámbitos populares.
Es así que en el marco de su visita a nuestra ciudad con la intensión y la convicción de presentar y difundir esto que él mismo denomina como “la resistencia a un sistema de opresión y supresión permanente de la humanidad de las detenidas”, hablamos con Castelnovo, sobre las implicancias de esta publicación, el contexto social que lo determina y la necesidad de transformación del aparato penitenciario.
El taller
“Fuimos como agencia Rodolfo Walsh para dar un taller de periodismo. Muchas chicas nos traían cosas maravillosas para leer. Entonces le fuimos cambiando el nombre al taller. Le pusimos de periodismo y expresión, porque los relatos rompen los formatos periodísticos”, contó quien coordina esta experiencia.
Según afirma el periodista, uno de los grandes problemas que se vive dentro de los penales no es sólo el abandono legal de las detenidas, sino ante todo la violencia ejercida en todos los ámbitos y la dificultad de denunciar y resistirse a estos mecanismos, ya sea por vías legales o como en este caso a través de una expresión artística.
“El tema fundamental que teníamos es que la cárcel se estructura alrededor de lo que es la violencia represiva, la ferocidad represiva. Y estos escritos formaban parte de una resistencia de las chicas a un sistema que las oprime de distintos modos: con palos, con humillación, con suicidios, que no son tales, ya que luego vamos a descubrir que son inducidos empeñosamente”, denuncia el periodista a su vez que ironiza “Siempre digo que los servicios penitenciario son el mejor organismo de asistencia del suicidio, propiciándolo”.
De esta forma el trabajo de los coordinadores no se reduce a los tecnicismos de la escritura, sino que los trasciende transformándose en un trabajo de resubjetivación, de visibilización, a través de esta publicación.
“Tenemos un grave problema y es que ese dolor es invisible en nuestras sociedad. Lo que pasa en la cárcel no trasciende. Casi nadie lo ve. Algunos porque están ocupados en mirar a Tinelli, por ejemplo y otros que eligen no verlo. Entonce teníamos que tener una herramienta –el libro- para visibilizar lo que allí estaba pasando y no hacernos los boludos. Porque las cárceles sirven para amontonar a los pobres y así destruir su identidad humana”, dijo Castelnovo
Claramente este grupo que aleatoriamente acude al taller –dependiendo de si los penitenciaros les dan permiso o no- se enfrentan desde su potencialidad creativa una realidad intramuros que en muchas ocasiones aparece como parte del devenir de la “selección natural social”.
“Vimos que la actividad vinculada al arte, a la reflexión, a la discusión en torno a valores como solidaridad y el mismo trato de compañero, de ser humano a ser humano, de escuchar, de aprender modifica a la persona que está en frente. No se siente una basura humana, que es lo que te hace creer el servicio penitenciario, sino que se siente una persona con derechos” argumentó el escritor, y agregó, “Muchas veces hacemos el trabajo de hacerles conocer esos derechos, porque la mayoría es gente pobre que no está escolarizada y no los conoce. Tienen derecho a ser respetadas, a la salud, a la educación, a que no las rompan a palos, a que no le introduzcan un palo en el ano, a que no le den picana, como sucede en las cárceles bonaerenses, en definitiva a que no destruyan su humanidad”.
En este contexto, este periodista y militante que se define como “abolicionista” plantea cuáles son las dificultades a las que se enfrentan éstas y muchas otras personas que se encuentran privadas de la libertad.
“Me parece que cualquier persona puesta a una actividad en un encuadre adecuado, desarrolla sus talentos, sus potencialidades. Ahora si ese encuadre es represivo, es un verdugueo y permanente destrucción de tu autoestima, escribir algo talentoso parece que tiene un mérito superlativo. A mi me cuesta escribir algo así, en libertad, imagino lo que debe ser estando en cana y en esas condiciones”.
Es entonces en este marco, y a partir de la necesidad de visibilidad de un conjunto de existencias suprimidas, que los sentires, las broncas, los sueños, los miedos y una fuerte rebeldía conforman “Intensidades de mujer”. Este libro que excede su realidad material logra transformarse en una herramienta, que se cuela por las fisuras de un sistema, para resistirlo.
Cuando sobran ovarios
Producto de su trabajo de tantos años en distintos penitenciarios, Castelnovo resaltó algunas de las particularidades que existen dentro del mundo carcelario, entre hombres y mujeres, y que los llevaron a decidir trabajar en Ezeiza. “Cuando uno va a Devoto en la fila ve puras mujeres. Generalmente, y acá nos vamos a poner tangueros, la que no falla nunca es la vieja. Cuando vas a la cárcel de Ezeiza, la mayoría, también, son mujeres. Pareciera que en este tema, la mujer se lo banca con bastante ovario y más responsablemente. Incluso, el tema de que las pongan en “bolas” a la orden de ‘señora ábrase de acá, ábrase de allá’ y les revisan los genitales, no las detienen, siendo que ellas lo sienten muy humillante e invasivo”, señaló.
Denuncia
En agosto de 2009 el escritor hacía pública a través del sitio oficial de la agencia Rodolfo Walsh (www.agenciawalsh.org/aw) una estafa de casi 800 mil pesos realizada por los penitenciarios Osvaldo Barnechea, Mauro Vogler y Felipe Britez en perjuicio de la Unidad Nº 6 de Rawson. Esa partida estaba destinada a alimentación, salud e higiene de los detenidos. Producto de esta denuncia, por la cual el juez federal Hugo Sastre procesó y embargó por 900 mil pesos a estos tres, el periodista se ganó el veto para ingresar a los penales. “Primero me quisieron cancelar todo. Pero hubo una movida que firmaron Osvaldo Bayer, Pérez Esquivel, Verbitsky y a partir de eso me dejaron seguir con los talleres. Lo que no puedo es ir a hacer visitas como parte de un organismo”, señaló Castelnovo.
“Depósito de los pobres”
Enmarcando esta situación de vacío jurídico, violencia, hacinamiento y deshumanización que se vive dentro de los penitenciarios, Castelnovo se dispone a rastrear y dar algunas cifras que hacen a la “rentabilidad” de lo que denomina el “depósito de los pobres”. “Por cada preso de cárceles federales, no provinciales -aclara-, el Estado paga 9.400 pesos. Ahora, ¿cuánto de eso llega al preso? Uno se imagina: ‘Este tipo tiene una vida bárbara. Con nueve “lucas”… ¿quién gana tanto? Pero no le llega nada de eso, porque la cárcel además de un objetivo político, persigue un objetivo económico. La cárcel genera negocios legales como el abogado que te defiende, el fiscal que te acusa, el juez que te condena, la cámara que te re contra condena y la Suprema Corte que te re contra mil condena. Las mismas construcciones de las cárceles están sobre facturadas. Y después los penitenciarios que tienen su propio negocio. Cuando entra una media res a un penal los mejores cortes van para ellos y al preso le llega una bola de grasa que evoca el eco, del eco, de lo que fue un animal cuadrúpedo en la Pampa Húmeda. Ese es un gran negocio que complementa el salario de los penitenciarios, además de los remedios robados y el negocio de las drogas”, afirmó el periodista.
28.03.2010
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