jueves, 8 de marzo de 2012

Villa María: otro encarcelamiento injusto

8 de Marzo de 2012
El año pasado hizo una huelga de hambre y luego fue castigado.

Alejandro Barcia se sentó ayer por octava vez en el banquillo de los acusados, sólo que en esta ocasión el veredicto no fue condenatorio. F2- María de Tóffolo, la víctima del asalto, al ingresar a la sala.

Absolución y libertad para un convicto muy particular

Se trata de Alejandro Barcia, un presidiario con siete condenas en su prontuario judicial, quien en esta oportunidad fue absuelto por el “beneficio de la duda” en relación a un asalto con arma blanca perpetrado hace seis meses en Las Perdices.

Esta vez, “la octava fue la vencida” para Alejandro César Barcia, porque en las anteriores siete oportunidades en que debió sentarse en el banquillo de los acusados, el veredicto fue siempre condenatorio.
Ayer, a requerimiento del fiscal de Cámara, Francisco Márquez, la jueza Silvia Saslavsky de Camandone absolvió y ordenó la inmediata libertad de este hombre nacido hace 36 años en la localidad de Ticino, pero radicado en Las Perdices junto a su pareja y un hijo.
Barcia se encontraba detenido desde hace seis meses, poco después que un sujeto vestido de negro, encapuchado y empuñando una sevillana, asaltara a María Nelba Cravero de Tóffolo, de 75 años de edad, a eso de las 8 de la mañana del domingo 4 de setiembre de 2011, en su casa de Santa Rosa 876.
Sin embargo, el acusado siempre negó haber cometido aquel atraco, y en su sostenido reclamo por afirmar su inocencia, llegó a realizar una estricta huelga de hambre en la cárcel de barrio Belgrano, a tal punto que luego de varios días debió ser hospitalizado.
Este reincidente presidiario es quien, a principios de febrero pasado, fue castigado por la autoridad carcelaria villamariense por un supuesto acto de indisciplina, lo que le valió ser trasladado junto a otros dos internos al penal de Bouwer.
Dicha circunstancia motivó que hace un par de semanas la pareja de Barcia, Paola Alarcón, de 28 años, se encadenara en las escalinatas de acceso a los Tribunales locales para reclamar que aquella sanción y traslado quedaran sin efecto, además de solicitar que el juicio se sustanciara lo antes posible porque decía estar segura de la inocencia de su compañero.

Testigo “clave”

El día finalmente llegó y fue la propia mujer de Barcia quien terminó de aportar la prueba más convincente para sembrar serias dudas sobre culpabilidad del múltiple reincidente.
Ocurre que el fiscal Márquez pidió el comparendo de Alarcón como testigo nuevo, y ésta reconoció entre una docena de aros de similares características un par que le pertenecían y que habían sido secuestrados por la Policía precisamente en la casa de Barcia como parte del supuesto botín sustraído por el ladrón a María de Tóffolo.
En efecto, el delincuente que asaltó a la septuagenaria se llevó 1.000 pesos en efectivo y diferentes alhajas tipo bijouterie. Cuando se allanó la vivienda del siempre sospechoso Barcia, los investigadores secuestraron dos aros que luego fueron reconocidos como propios por la víctima.
Al pronunciar su alegato, el fiscal Márquez terminó pidiendo la absolución de Barcia “por el beneficio de la duda”, y destacó que Alarcón reconoció esos aros sin titubeos, lo que evidenciaba que efectivamente eran de su propiedad, sin perjuicio de que la mujer asaltada haya tenido unos iguales, puesto que se trata de una bijou de idénticas características.

Hazte fama…

Por cierto, el prontuario policial de Barcia lo ubicó desde un comienzo como un claro sospechoso, no sólo por estar radicado en la misma localidad donde se produjo el atraco, sino porque registra frondosos antecedentes, en su gran mayoría por delitos contra la propiedad.
Para ilustrar mejor a los lectores, se debe destacar que entre mediados de 1995 y abril de 2011, el ahora absuelto y liberado convicto fue condenado en siete oportunidades: dos veces en la ciudad de Río Cuarto y las cinco restantes en Villa María.
La última sanción, impuesta el 19 de abril pasado, es una de las más leves de todas las que recibió (apenas un año de prisión) y le permitió dejar la cárcel de barrio Belgrano a mediados de julio gracias al beneficio de la “libertad asistida”.
Por contrapartida, la más severa de todas le fue impuesta en julio de 2002, también en los Tribunales villamariense, cuando fue condenado a siete años de prisión por un “robo calificado por lesiones graves”, a raíz de un arrebato callejero registrado en noviembre de 2001, en el que le produjo serias heridas a una vecina de Las Perdices.

Fuente: http://www.eldiariocba.com.ar/noticias/nota.asp?nid=48789

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