Al pueblo de Mendoza y a todos los que le ponemos empeño para cambiar y sólo encontramos palos en la rueda:
Difundimos la carta abierta de Ricardo
Ferreyra en relación a su denuncia sobre cómo la policía y la justicia,
en complicidad, delinquen e inventan causas en Mendoza. Hemos
transcripto la carta que nos llegó y agradecemos la máxima difusión de
la misma y la reflexión sobre este caso, para ejercitar la memoria y el
pensamiento crítico. Ricardo está preso, pero está dispuesto a contestar
todas las inquietudes que tengan, como detalla al final de la carta.
¡Es hora de despertar, Mendoza!
Mendoza, 30 de mayo de 2012
Al pueblo de Mendoza y a todos los que le ponemos
empeño para cambiar y sólo encontramos palos en la rueda
En noviembre de 2009 los medios
tomaron y difundieron la denuncia pública que hice en ese momento contra el
fiscal Giunta de cómo armaba causas en complicidad con la comisaría 11 de Luján
y con el poder político de turno para el cobro de recompensas que paga el
Estado. Juntos, me extorsionaban (como le pasará a muchos otros) para que
“trabaje” para ellos, no sólo en este hecho sino en otros delitos más que
estaban planeando como extorsión, robo y “ajuste de cuentas” contra gente que
había denunciado a algún oficial de policía (como los Aguilera, por ejemplo).
Un tiempo
antes, cuando vivía con mi familia en San Carlos (mi pueblo natal), se me citó
de la comisaría de Tunuyán para que me presentara a la brevedad. Fui, y antes
de ingresar me detuvieron en la puerta y me trasladaron a Boulogne sur Mer, con
la única explicación de que me debían trasladar a pedido del fiscal Giunta.
Yo ya había
estado detenido antes por un delito que cometí y pagué la condena en Boulogne
sur Mer. Por reclamos anteriores por derechos de los presos me quisieron hacer
matar trasladándome a un pabellón donde me esperaban con chuzas y terminé en el
hospital. Pero ya para el 2008 el trato a los presos había empeorado
incumpliéndose en gran parte el régimen de detención que dictan leyes como la
24.660. Nos juntaron en un pabellón, que estaba clausurado, a los presos que no
queríamos participar en un motín armado por varios oficiales penitenciarios
para correr al director de ese momento. Presentamos con el doctor Varela dos
habeas corpus, no reclamando más que lo que dicta la ley. Desatendieron el
primero y lograron cajonear el segundo; pero como el primero siguió su curso,
sumado a las protestas adentro y afuera del penal (que lo sacaron a la luz
pública), más el aval de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos a nuestro reclamo, las
autoridades debieron acceder a brindarnos elementos mínimos de higiene,
tratamiento psicológico, laborterapia, acceso a educación, etc. Claro que todos
estos logros se fueron perdiendo rápidamente.
A los tres
meses me dieron la excarcelación por falta de méritos, y pude por fin reunirme
con mi familia. Hasta que pocos días después dos policías pasaron a buscarme
diciéndome que no me preocupara; pero que debía acompañarlos porque me citaba
nuevamente el fiscal Giunta. Me trasladan a un descampado de Luján donde me
empiezan a interiorizar de los planes que tenían para obligarme a participar
con ellos en el armado de causas y los otros delitos que mencioné. Giunta, en
la comisaría, completa la extorsión, amenazándome con perder la libertad
nuevamente si no accedía y con cómo podía sufrir mi familia. Para salir de esa
situación le dije que bueno y al instante se comunicó con, el entonces ministro
de seguridad, Carlos Ciurca para confirmarle que ya estaba todo arreglado.
Alguien apodado “Pañalín” iría a la cárcel sin más prueba que testigos falsos
con declaraciones armadas en la comisaría. Fiscal y policías repartirían la
recompensa y otro “crimen” solucionado. Luego, era su idea involucrarme en
otros de estos “trabajos” para seguramente descartarme cuando les pareciera,
mandándome a la cárcel nuevamente.
Con mucho
esfuerzo estaba tratando de cambiar de vida y salir adelante, trabajando para
darle de comer a mis hijos, y no estaba dispuesto a arruinar lo que iba
consiguiendo, ni a corromperme como la policía y el fiscal esperaban. Por eso
me presenté inmediatamente en el estudio del dr. Varela con todas las pruebas y
datos que pude reunir y, frente a una escribana, grabamos en video la denuncia
pública que circuló por todos los medios.
Como igual
temía por mi libertad y, sobre todo, por la seguridad de mi familia, el dr.
Varela me aconsejó presentar la denuncia al juez Bento. Le llevamos entonces
todas las pruebas, le di mi teléfono, la dirección donde estábamos viviendo, para
que al final se declarara incompetente y no me tomara la denuncia. En vez de
ello, la pasó a la fiscalía de delitos complejos, adonde pretendía llegar
Giunta si resolvía (a su manera) el caso del “Pañalín”. Así que di la denuncia
por perdida y me quedé a esperar lo peor.
Luego, la gran
difusión en los medios de esta denuncia llevó a que al fin la tomara la fiscal
Claudia Ríos y se imputara al fiscal, al comisario y al subcomisario de la
comisaría 11 de Luján y se interviniera incluso el teléfono de Ciurca (que
entonces dejó el Ministerio de Seguridad para pasar a Desarrollo Social).
Pero Giunta pidió una licencia
que extendió muchos meses para zafar de que lo suspendan en sus funciones. Yo
había avisado que, apenas pudieran, me iban a ir a buscar, porque mi denuncia
había afectado tanto a la policía como a un miembro del Poder Judicial (que el
gobernador Jaque quería como juez) y otro del Poder Ejecutivo.
Recién llevaba
un tiempito alquilando un departamento en Guaymallén. Había conseguido trabajo
de sereno en un sanatorio y estaba viviendo tranquilo con mi señora y mis tres
hijos cuando me enteré que me vinculaban en una guerra de bandas. Luego de un
seguimiento a Marcelo Araya de semanas (con escuchas sin orden judicial) las
autoridades policiales (como el jefe de policía Caleri y el entonces ministro
de seguridad Aranda) decían saber que se iban a producir asesinatos
relacionados con una guerra de bandas con centro en el barrio La Gloria. Increíblemente,
no quisieron “prevenir el delito” y esperaron a que se produjeran tres muertes
para comenzar una serie de detenciones, entre las que yo estaba programado de
antemano. Yo estaba citado a declarar por la causa de la mafia policial y judicial
y, cuando me tocaba presentarme, me detuvieron a cuatro cuadras de la casa de
mi suegro con un inmenso operativo policial. Como era de esperar, me pasaron
directamente a la cárcel, dejando a mi familia desprotegida por lo que luego de
varios tiroteos a la casa (con la zona “liberada” y dos de mis cuñados heridos
de bala) terminaron asesinando a mi otro cuñado e hiriendo gravemente a mi
suegro y a una chica que estaba de visita.
Ahí inicié un
reclamo en Boulogne sur Mer, porque escuchaba por teléfono a mi familia que me
decía que los estaban tiroteando y que ya habían matado a uno de ellos, cuando
se cortó la comunicación. Y aprovecharon para trasladarme a Cacheuta y aislarme
en un pabellón en el que me drogaban por la fuerza todos los días durante más
de dos semanas, en las que bajé 15 kilos y no podía hablar más que con mis
torturadores. En esa circunstancia, prácticamente inconciente por el chaleco
químico que establecía la medida psiquiátrico-judicial, recién volvieron a
llevarme a declarar por la causa de la mafia judicial y policial. Quisieron
bajarle la persiana a la causa dado que me querían presentar como “un
drogadicto que no se puede mantener ni sentado en la silla”. Otra vez la
difusión de este absurdo en algunos medios les complicó la jugada, por lo que
al fin dejaron de drogarme y me trasladaron a un pabellón común para citarme
después.
Dos veces zafó
Giunta del jury de enjuiciamiento. La primera vez lo desprocesaron porque
frente a la cantidad de testigos que apoyaban lo que yo decía, la defensa del
fiscal presentó a varios policías que apoyaban su inocencia. Ante un “empate”
de testigos, insólitamente, desprocesaron al fiscal. Y ahora, el jueves 24 de
mayo, volvió a librarse del pedido de jury de la fiscal Ríos porque ella
increíblemente se “olvidó” de pedir la suspensión en sus funciones de Giunta a
pesar de saber que es un delincuente y que lo estaba acusando nada menos que de
“falsedad
ideológica, coacción en perjuicio de un menor, fraude a la administración
pública y privación ilegítima de la libertad agravada”.
Y así
arruinaron mi vida. El fiscal hace lo que quiere y seguirá armando causas,
ahora en Las Heras, y escalando en el poder. Yo ya no soy creíble y mis
testigos no son válidos, ni en esta ni en las otras causas que me imputan. Como
“testigo protegido” no protegen a mi familia y ahora no son capaces de darle un
trabajo para que se mantenga y saben dónde está. Mucho menos tengo plata para
pagarme un abogado por lo que me defiende un abogado de pobres y ausentes que
muy difícilmente vaya a enfrentarse con el Estado y el poder político.
Estaba
trabajando cuando me involucraron en esto, y creo haber demostrado el cambio
que dicen esperar de los que cometimos algún delito. Y esto a pesar de las trabas
que pone el sistema para quien quiera cambiar de vida y formarse en la cárcel,
o trabajar para rehacer su vida una vez que uno sale en libertad.
¿Qué mensaje
le deja con hechos como éste el poder a toda la población? Para mí que, para
los de abajo, queda claro que si no obedecen y se suman a la corrupción del
sistema sólo les queda esperar lo peor. Como yo no tengo poder ahora es todo
contra mí. Si me hubiera metido en la corrupción seguramente ahora no estaría
en la situación en que estoy. En vez de esto les demostré que no quería seguir
delinquiendo, denuncié a esta mafia y ahora lo perdí todo. ¿Entonces cuál es el
cambio que realmente quieren? El gobierno, a través del jefe de policía y el
ministro de seguridad, sabe siempre todo lo que esta pasando y no hace nada
para cambiarlo.
Incluso cuando
denuncié que iba a haber droga y armas con homicidios en manos de la policía,
que decían que me iban a dar para que pusiera como prueba en contra del
empresario Milton en su auto (que luego declaró que era verdad todo lo que yo
decía), ni así quisieron tomar la denuncia para impedir lo que iba a pasar. ¿A
cuánta gente más habrá arruinado Giunta? ¿Y cuántos otros fiscales y cuántas
comisarías “trabajarán” de la misma manera? ¿De qué justicia hablará esta
gente?
En estos días
me denegaron la casación de una causa por la que me condenaron el año pasado
sin pruebas a 11 años de prisión. Me pusieron de nuevo la causa de la que había
sido excarcelado por falta de méritos. Desde el 2003 vengo denunciando los
manejos turbios en la cárcel y cómo te destruyen la cabeza y buscan imponer la
corrupción como forma de salvarse o al menos acomodarse. ¿Cómo puede ser, por
ejemplo, que los internos estemos sin trabajo ni nada, y que los pocos que lo
consiguen cobren 100 pesos por mes mientras que en las otras cárceles se paga
en proporción al salario mínimo con bono y descuentos? La cárcel está llena de
analfabetos e ignorantes y quieren que siga así. Si, según la ley, como presos
el único derecho que tenemos negado es el de transitar libremente ¿cómo nos
pueden negar el acceso a salud, educación y trabajo? Esto sin contar con las
torturas, golpizas y vejaciones que habitualmente sólo se paran cortándose las
venas el interno.
Ahora volví a reclamar que se
cumpla lo acordado por el mismo habeas corpus del 2008 y me dicen que yo no tengo
nada que ver con ese habeas corpus siendo que era el delegado del pabellón que
lo presentaba. Y dicen que figuran todos los demás del pabellón excepto yo, por
lo que parece que además ¡me habían borrado!
Cualquier persona
que me ayuda en esto se pone en riesgo, porque enfrenta al poder, como
reconoció un abogado que me defendía y parece que recibió amenazas. Entonces
ninguno se arriesga conmigo.
Yo no me
escondo y siempre di y doy la cara para declarar, ya sea en tribunales como
ante cualquiera de las entrevistas que me han hecho o me quieran hacer. Que
pregunten lo que quieran que yo respondo. Lo mismo a cualquiera que quiera
preguntarme o decirme algo, puede hacerlo dejando un comentario a esta nota en
la página de la Sociedad
de Resistencia (
www.socderesistenciamza.blogspot.com),
enviando un mail a
socderesistenciamza@gmail.com
desde donde los compañeros me transmitirán sus inquietudes, o escriban una
carta y mándenla al Módulo 3, Ala 1 de la Penitenciaría
Provincial de Cacheuta, aunque por este último medio es
seguro que será leída antes y no confío mucho en que me llegue.
Yo me comprometo
a responderles.
Ricardo Andrés
Ferreyra Ervidia
DNI 24.317.245
Enlaces
de interés:
Cómo la policía y la justicia inventan
causas en Mza 1 y 2
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